Mia

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Me acerque a la fogata, las chispas saltaban de un lado al otro, me hizo acordar a mi infancia, cuando en alguna tarde de lluvia cocinábamos pochoclo con mi mamá. La calidez del fuego alivio mi dolor de espalda, me senté y mire cómo los distintos tonos rojizos del fuego iban cambiando. Mis ojos se empezaron a entrecerrar, tenía sueño pero sabía que no me podía dormir, para mantenerse por más tiempo despierto me tome una lata de cerveza que tenía cerca mio.

La cálida soledad?

Los ojos de Maria

Me di vuelta, era ella, me miraba con sus ojos negro azabache, con sus ojos que me atravesaban, que atravesaban a todos allí. Se acercó a mí y me miró. Hizo cara de puchero, le acaricie la cabeza y reaccionó de una manera agresiva. Retrocedió unos pasos y con su cabeza, me dio un golpe en la panza. Me fui corriendo de la granja, María no paraba de perseguirme, y las moscas la seguían a ella.